Una guerra civil silenciosa se mantiene entre las abejas melíferas (productoras de miel) y las abejas silvestres. Según una investigación realizada por la Estación Biológica de Doñana (EBD), las especies utilizadas por los apicultores, aquellas que realizan la polinización de los cultivos, expulsan a las especies silvestres que viven en el mismo lugar.
Como consecuencia de esta guerra entre abejas, la población silvestre de abejas se ha reducido, pues las abejas melíferas les quitan los recursos que necesitan para su reproducción.
Existe un gran número de especies de abejas en la Comunidad de Andalucía y la mayoría de ellas se encuentran en una difícil etapa de desequilibrio ecológico. Por este motivo la investigación se centró en Doñana, uno de los entornos más vulnerables.
Esta guerra entre abejas no solo afecta a los insectos del lugar. Las consecuencias también se extienden a las plantas que polinizan, porque el exceso de polen las satura y, de este modo, se inhibe la producción de semillas.
Afirma Ainhoa Magrach, investigadora de la EBD, que “las abejas polinizadoras son necesarias en los cultivos, pero su uso debe plantearse de una manera controlada, sin que afecte al entorno natural en el que se inscriben”.
Esta investigación, enmarcada dentro del proyecto Step, fue realizada en campos de naranjos. Se pudo comprobar que las abejas melíferas acaparaban todo el azahar, mientras que la especie silvestre era obligada a desplazarse a lugares con lavanda o jara. Después de que las flores dieran paso a las naranjas, las abejas dedicadas a la apicultura se trasladaron a los bosques, impidiendo allí también la supervivencia de las abejas silvestres.
La finalidad del proyecto internacional europeo Step es el diseño de medidas con las que sea posible determinar la capacidad de algunas zonas, en las que se pueda realizar la explotación de la apicultura con el equilibrio que se requiere para conservar la diversidad de especies.