A menudo, las personas altamente sensibles (PAS) son vistas desde una perspectiva de debilidad en la sociedad occidental. No obstante, hay diferentes rasgos positivos en estos individuos.
El término de «persona altamente sensible» (HSP por sus siglas en inglés) fue expuesto por primera vez por la psicóloga Elaine Aron junto a su esposo Arthur, en la década de los 90, haciendo referencia a este término en el libro «La persona altamente sensible: cómo prosperar cuando el mundo te abruma».
En él, los autores explican que estas personas tienen “sensibilidad de procesamiento sensorial”, por lo que procesan profundamente estímulos sociales, emocionales y físicos.
En primer lugar, las PAS procesan sus emociones de forma más intensa que el individuo común. Por otra parte, también les afectan más determinados estímulos sensoriales, como exponerse a lugares con mucha gente, o los cambios climáticos. Todo esto tiende a abrumar a las PAS hasta el punto de sentirse fatigados.
No obstante, también hay importantes características positivas a resaltar de estas personas. Son mucho más empáticos en sus relaciones interpersonales, compasivos y altamente reflexivos. También son amigos leales, generosos y saben escuchar al otro.
En el mundo occidental se tiene la creencia de que una persona muy sensible no puede llegar a ser un buen líder, sobretodo en el ámbito laboral.
Lo cierto es que las personas altamente sensibles pueden desenvolverse sin problemas en su entorno. Esto siempre que reconozcan la valía de sus cualidades intrínsecas, tengan una visión amplia de la vida y aprendan a decir «no» para definir sanos límites de cuidado propio.